Es sardónico pero quería decirte que urge retomar el movimiento, es necesario volver la vista atrás y creer que lo que se logró no se ha venido a bajo, que la dignidad recobrada sigue en pie. Me dirás que así ha sido, que no pasa nada, y yo te creería. Pero entonces dime qué es lo que está ocurriendo, dónde se quedaron los sueños, cuándo se perdieron, o qué es lo que debemos de soñar. Le he dicho a los chicos que el peor error del ser humano es renunciar a un sueño, pero a qué renunciar, a quién aferrarse si no hay un poco de valor por la libertad, por el pensamiento, por la crítica que puede ser asesina.
Cuando fui estudiante en el CICS había algo que hoy no he podido ver, los libros bajo el brazo era la característica revolucionaria, el asesinato hacia la ignorancia era un común denominador de cada mañana, tomar por asalto lo que nos merecemos, la lealtad, la convicción de una mejor comunidad estudiantil, la responsabilidad de cada uno de nuestros actos y saber que el conocimiento es un compromiso que no debemos olvidar, que utilizar la información es la principal actividad de los estudiantes, que pensar más allá de lo que callan las sirenas es la diversión del luchador. Yo me acuerdo que nada era perfecto, sigue sin serlo, pero desaparecieron las reuniones, se olvidaron de los pasillos donde se planeaban asambleas, donde se criticaba al profesor entarimado con su estéril conocimiento del deber ser. No me da tristeza, esto tenía que pasar, y la esperanza está en la voz del estudiante, pero lamentablemente no soy nadie para responsabilizarlo, yo los vi crecer, me acuerdo de compañeros que gritábamos las mismas consignas en cada marcha, cada dos de octubre, que gracias a alguien no se me ha olvidado, me acuerdo de ti y de Ismael, de Carlos y Alberto, de Pedro y Lourdes, de todos ellos que jamás bajaron la guardia y asumían la consecuencia de sus actos. Hoy son otros tiempos, o tal vez deba decir ‘hoy ya es el tiempo de cambiar’, de seguir lo que antes era, de transformar la realidad y evitar que las mentiras se disfracen de verdades.
Visito las instalaciones y no puedo dejar de admirar cómo los espacios son mejores, las oportunidades son mayores porque los estudiantes se las han ganado. Pero de pronto algo sucede, no sé qué es, pero sucede algo que nadie ha percibido, no se percatan, no lo asocian. Cómo decirles que no se alejen, aquellos compañeros, los de previas generaciones, visiten su antigua escuela, reconózcanla y reconózcanse en ella, vean que poco a poco busca crecer, busca ser alguien, lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Cada quien ha tenido su oportunidad, llegaran otros y tendrán la responsabilidad de que la comunidad crezca, las tres carreras lucharán en conjunto, porque es la única manera de llegar alto, de llegar lejos, de llegar a algún lugar. Allí nos veremos y nos estaremos abrazando, nos contaremos los secretos y recordaremos lo que se ha padecido para llegar hasta allí.
Y a ti te quiero decir que admiro la valentía que mostraste mientras pudiste, pero a guisa de reclamo, por qué no, lamento que no siguiera así, que pareciera que el olvido sembró raíz en tu memoria. No lo creo, no me hagas caso, pero me daría miedo que así fuera. No es que esté desesperado, sólo me imagino tu brazo levantado y tus palabras resaltando sobre las paredes de tu escuela, de mi escuela, de la escuela de todos, del pueblo. Cómo hacerle para volver al camino del sur sin que nos digan que hemos fracasado en el intento. Sé que me comprendes porque eres al igual que yo: luchador incansable, porque al igual que yo, las causas justas son tu motivación diaria.
Hasta hoy hemos estado todos en esto, algunos ya se fueron, otros coquetean con volver, algunos más sencillamente creen que su formación académica ha terminado. Que las palabras vuelvan, que no se las lleve el viento, que no te digan mentiras sin acompañarla con un buen vino, muy amargo, al final lo amargo se convierte en lo mejor. La batalla no ha terminado, nadie ha perdido la guerra, esto no es una guerra, pero alguien tendrá que ganar… Seremos nosotros, confía en mí.
Juventud en el mundo, este coro fecundo surge de la canción que cantaban los comunistas, pero el mundo es ancho y nos regalaron una parte de ella, y será en esa parte donde haremos un nuevo espacio, donde nadie nos diga lo que debemos hacer, donde mis labios griten fuerte un nombre que retumbe sobre el viento cortado: que vida el ‘che’, que viva Allende, que muera la traición y la deslealtad. Pero ellos ya se fueron, eso es lo que quiero decirte, ahora estamos nosotros, la escuela no está lejos, véanla, ¡carajo!, no se moverá, espera por nosotros y también grita porque la contemplemos. Me dirán que el tiempo romántico ya ha pasado, que hoy urge progresar, de qué progreso me hablan, o será que nos falta valor para mirar como el pasado se pierde y no hacemos nada para mantenerla.
Al menos yo, en mi espacio de sueño, sigo esperando ese día en que todo vuelva, que no se vaya más la esperanza, darle existencia a mis sueños, que no desaparezcan. Me he enamorado de mis convicciones, lo he aprendido de mi padre, de mi madre, de la abuela, de mi pasado, del campesino, de la humanidad, de ti que eres mi hermano de lucha y que por nada permitiría que te pasara algo. Lo digo sin miedo, si en estos momentos me aseguraran que mi vida vale la liberta, la dignidad y el progreso de mi escuela, juro que la daría, yo mismo me la quitaría. Pero no es el caso, no es por allí el plan, sé que opinas lo mismo, sé tantas cosas de ti que no me puedes mentir. Pero qué sucedería si juntos juntamos nuestras almas y vamos por el mismo objetivo, qué sucedería si gritamos la misma consigna una vez más, sólo una vez más, a ver qué es lo que pasaría, temblaría la tierra, lo puedo asegurar.
Nuestros pasos siguen el mismo camino, ven a la distancia el cuadro que pintaron con su sangre, porque creyeron en lo que hacían y quizá sea justo lo que nos pasa por estas fechas. Por un solo instante voltear la vista hacia atrás, recordar lo que fuimos o por lo menos imaginar aquello que nunca nos dejaron ser.
Te quiero, y te quiero porque has visto la desigualdad, lo indigno que puede ser estar en un lugar que nos ganamos y que nadie nos ha regalado. Te quiero porque escuchas mi palabra, porque retroalimentas mis motivos, te quiero de verdad, como se quiere al guerrillero que lucha al lado de su hermano. Te quiero porque eres revolución.
Josué Dante
Casco de Santo Tomás, D. F.
Cuando fui estudiante en el CICS había algo que hoy no he podido ver, los libros bajo el brazo era la característica revolucionaria, el asesinato hacia la ignorancia era un común denominador de cada mañana, tomar por asalto lo que nos merecemos, la lealtad, la convicción de una mejor comunidad estudiantil, la responsabilidad de cada uno de nuestros actos y saber que el conocimiento es un compromiso que no debemos olvidar, que utilizar la información es la principal actividad de los estudiantes, que pensar más allá de lo que callan las sirenas es la diversión del luchador. Yo me acuerdo que nada era perfecto, sigue sin serlo, pero desaparecieron las reuniones, se olvidaron de los pasillos donde se planeaban asambleas, donde se criticaba al profesor entarimado con su estéril conocimiento del deber ser. No me da tristeza, esto tenía que pasar, y la esperanza está en la voz del estudiante, pero lamentablemente no soy nadie para responsabilizarlo, yo los vi crecer, me acuerdo de compañeros que gritábamos las mismas consignas en cada marcha, cada dos de octubre, que gracias a alguien no se me ha olvidado, me acuerdo de ti y de Ismael, de Carlos y Alberto, de Pedro y Lourdes, de todos ellos que jamás bajaron la guardia y asumían la consecuencia de sus actos. Hoy son otros tiempos, o tal vez deba decir ‘hoy ya es el tiempo de cambiar’, de seguir lo que antes era, de transformar la realidad y evitar que las mentiras se disfracen de verdades.
Visito las instalaciones y no puedo dejar de admirar cómo los espacios son mejores, las oportunidades son mayores porque los estudiantes se las han ganado. Pero de pronto algo sucede, no sé qué es, pero sucede algo que nadie ha percibido, no se percatan, no lo asocian. Cómo decirles que no se alejen, aquellos compañeros, los de previas generaciones, visiten su antigua escuela, reconózcanla y reconózcanse en ella, vean que poco a poco busca crecer, busca ser alguien, lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Cada quien ha tenido su oportunidad, llegaran otros y tendrán la responsabilidad de que la comunidad crezca, las tres carreras lucharán en conjunto, porque es la única manera de llegar alto, de llegar lejos, de llegar a algún lugar. Allí nos veremos y nos estaremos abrazando, nos contaremos los secretos y recordaremos lo que se ha padecido para llegar hasta allí.
Y a ti te quiero decir que admiro la valentía que mostraste mientras pudiste, pero a guisa de reclamo, por qué no, lamento que no siguiera así, que pareciera que el olvido sembró raíz en tu memoria. No lo creo, no me hagas caso, pero me daría miedo que así fuera. No es que esté desesperado, sólo me imagino tu brazo levantado y tus palabras resaltando sobre las paredes de tu escuela, de mi escuela, de la escuela de todos, del pueblo. Cómo hacerle para volver al camino del sur sin que nos digan que hemos fracasado en el intento. Sé que me comprendes porque eres al igual que yo: luchador incansable, porque al igual que yo, las causas justas son tu motivación diaria.
Hasta hoy hemos estado todos en esto, algunos ya se fueron, otros coquetean con volver, algunos más sencillamente creen que su formación académica ha terminado. Que las palabras vuelvan, que no se las lleve el viento, que no te digan mentiras sin acompañarla con un buen vino, muy amargo, al final lo amargo se convierte en lo mejor. La batalla no ha terminado, nadie ha perdido la guerra, esto no es una guerra, pero alguien tendrá que ganar… Seremos nosotros, confía en mí.
Juventud en el mundo, este coro fecundo surge de la canción que cantaban los comunistas, pero el mundo es ancho y nos regalaron una parte de ella, y será en esa parte donde haremos un nuevo espacio, donde nadie nos diga lo que debemos hacer, donde mis labios griten fuerte un nombre que retumbe sobre el viento cortado: que vida el ‘che’, que viva Allende, que muera la traición y la deslealtad. Pero ellos ya se fueron, eso es lo que quiero decirte, ahora estamos nosotros, la escuela no está lejos, véanla, ¡carajo!, no se moverá, espera por nosotros y también grita porque la contemplemos. Me dirán que el tiempo romántico ya ha pasado, que hoy urge progresar, de qué progreso me hablan, o será que nos falta valor para mirar como el pasado se pierde y no hacemos nada para mantenerla.
Al menos yo, en mi espacio de sueño, sigo esperando ese día en que todo vuelva, que no se vaya más la esperanza, darle existencia a mis sueños, que no desaparezcan. Me he enamorado de mis convicciones, lo he aprendido de mi padre, de mi madre, de la abuela, de mi pasado, del campesino, de la humanidad, de ti que eres mi hermano de lucha y que por nada permitiría que te pasara algo. Lo digo sin miedo, si en estos momentos me aseguraran que mi vida vale la liberta, la dignidad y el progreso de mi escuela, juro que la daría, yo mismo me la quitaría. Pero no es el caso, no es por allí el plan, sé que opinas lo mismo, sé tantas cosas de ti que no me puedes mentir. Pero qué sucedería si juntos juntamos nuestras almas y vamos por el mismo objetivo, qué sucedería si gritamos la misma consigna una vez más, sólo una vez más, a ver qué es lo que pasaría, temblaría la tierra, lo puedo asegurar.
Nuestros pasos siguen el mismo camino, ven a la distancia el cuadro que pintaron con su sangre, porque creyeron en lo que hacían y quizá sea justo lo que nos pasa por estas fechas. Por un solo instante voltear la vista hacia atrás, recordar lo que fuimos o por lo menos imaginar aquello que nunca nos dejaron ser.
Te quiero, y te quiero porque has visto la desigualdad, lo indigno que puede ser estar en un lugar que nos ganamos y que nadie nos ha regalado. Te quiero porque escuchas mi palabra, porque retroalimentas mis motivos, te quiero de verdad, como se quiere al guerrillero que lucha al lado de su hermano. Te quiero porque eres revolución.
Josué Dante
Casco de Santo Tomás, D. F.
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